jueves

Una buena definición no necesita ejemplos

Historia 6 ( hermano 3)

I'll meet you in the morning when you wake...Keane


Siempre estaba jugando a perder tal vez porque le parecía gracioso no parecerse a nadie aunque en realidad se parecía demasiado a todo el mundo.
No le gustaba su casa, no le gustaba su vida, no le gustaban sus padres ni hermanos, no se gustaba él mismo.
Eran los demás y él. Así planteado, unos contra otros en un juego inexistente, en una partida de póker que no admitiría vencedores ni vencidos.
Nada le venía bien nunca, desde la panza como decía su madre, o desde que crecieron sus orejas según su padre.
Los hermanos preferían no cruzárselo demasiado. Lo evitaban en cada pasillo y ni hablar de compartir cuarto. Por suerte la casa era grande y uno podía ocupar un espacio propio sin joder a nadie.
Las comidas eran otra historia.
Caras largas y largos silencios entre bocado y bocado.
Siempre las mismas preguntas repetidas hasta el cansancio, siempre las mismas heridas a flor de piel, siempre los mismos rostros demudados ante la realidad desnuda de adornos y llena de cicatrices…
Trataba de escaparse a su cuarto con cualquier pretexto válido o no pero aceptable para justificar su ausencia, que la cabeza se me parte, que tengo un trabajo practico pendiente, que “piqué” algo antes, que necesitaba ir al baño…todo servía. Después de todo, la mesa nunca era un jolgorio con una madre ultra eficiente pero demasiado volcada a sí misma, incapaz de ver la punta del iceberg más por negligencia que por estupidez, un padre casi siempre ausente, de esos que te miran sin verte, más preocupado por todo lo que no hizo que por lo que podría hacer, un hermano drogón y otro encerrado en su mundo, una hermana bellísima y autista (cosa inútil si las hay) otra fea, puta y rencorosa, y el mas chiquito, una bomba de tiempo siempre a punto de estallar, capaz de las acciones más impensadas y peligrosas.
Que hacer ahí, en esa mesa, en esa casa, en ese barrio, en ese mundo…
Que tenía que ver en todo esto.
A veces fantaseaba e imaginaba historias de abandonos y adopciones, pero sus orejas eran el símbolo exacto de pertenencia familiar, y a eso, no había forma de obviarlo ni omitirlo.
Que ganas de ponerle una molotov al mundo, de levantarse y no ver nada, de formar parte de una nada distinta a la nada familiar.
Como involucrarse con esos otros tan parecidos pero tan distintos, con esa fisonomía familiar más parecida a una maldición que a una bendición, con ese lenguaje que no se pronunciaba pero que circulaba casi en diferido y con interferencia en cada uno de los cerebros de la casa.
La cosa nunca fue fácil, obvio, lo supo ni bien se vio a un espejo por primera vez y se reconoció diferente en su igualdad, cuando sus pensamientos nublaban su cerebro y solo le permitían hundirse en su yo interior en el medio de la abulia y la inercia de la disfunción familiar.
Pensó en alternativas validas y otras no tanto al mismo tiempo que se perdía en el naufragio de cada aceptación diaria de su existencia.
Empezó negándose para aceptarse, disculpando a los demás al tiempo que los defenestraba en su interior (el ejercer la rutina del desprecio no es cosa fácil aunque si edificante cuando se tiene poco que perder) e intentó no sucumbir a esas ganas locas, muy locas, de salir corriendo para esconderse en algo parecido al país de nunca jamás que bien sabía existente pero imposible de alcanzar sin apoyo parental.
Se subió primero a la autopista de la vida sin mayores ambiciones, sin sutilezas, abarcándolo todo hasta donde daba la vista, en el centro, las luces de colores le lastimaban el alma. Se perdió por Corrientes cerca del obelisco en la magia inaudita de lo marginal con gusto a viejo pero tan querible a la vez aunque sin conocerlo. Sus pasos deambularon sin rumbo definido en el perfil puntiagudo de su recuerdo, hoy tan lejano y casi inmemorial, pero no, de eso no se hablaba, claro, mejor no, nunca.
Caminó y caminó, olfateó cada una de las esquinas que le parecieron mágicas y atemporales, se perdió en el Once maravillándose en esa mezcla de etnias tan lejanas y tan folklóricas, una suerte de típica argentinidad mezclada con inmigración sojuzgada.
Horas después recaló en un tugurio maldito y sucio que le pareció más hogar que el propio aunque eso no era algo tan difícil después de todo.
Se acostó pero no durmió, utilizó el tiempo para concebir ideas locas y para poner la mente en blanco.
Buscó alternativas posibles pero no encontró ninguna práctica y razonable
Se levantó despacio y sin apuro al despuntar el sol por la ventana oculta tras la raída cortina del cuarto.
Pasó lista a sus miserias matutinas y enfiló derecho para el nofuturo metiéndose las penas de un saque en algún lugar del alma si es que eso existía.
Se acomodó el pelo tras de las orejas y se levantó el cuello del abrigo.
Se fue sin haberse ido nunca realmente, volvió sus pasos hacia su casa, único hogar posible, única referencia, última defensa y ataque a la vez.
Era lo que era y no había marcha atrás ni escapatoria posible
Se metió el destino en el bolsillo y se fue derechito por el camino de la pena.
Cantando bajito

9 comentarios:

Lorena dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lorena dijo...

Cuántas imagenes y emociones conocidas y que puedo reconcer mutadas de manera más dramática pero menos sentidas (lo cual es realmente desesperan(zan)te, de desesperación y desesperanza) en muchos hoy... especialmente nuestros jóvenes, que ni siquiera se dan cuenta que se metieron en el nofuturo y se sobreadapatan a alnoproyecto con una espeluznante capacidad de noregistro.

Virginia Prieto dijo...

Gracias Lorena! entendiste el espíritu de esta historia, de este hermano tan especial en esta familia de disfuncionales tan reconocibles
beso

Aelfwine dijo...

Aquí me tienes, aceptando gratamente tu invitación.
Muy interesante el concepto del blog; aunque sospecho que para darte una observación más fundamentada necesito conocer un poco más el espíritu de la página. Habiendo leído solo esta entrada, lo que si puedo afirmar es que no será mi única visita.

Saludos!

Virginia Prieto dijo...

gracias por tus palabras
a mí me gustó mucho tu página
beso

Veronica dijo...

Levantarse el cuello del abrigo y acomodar el cabello detrás de las orejas son dos gestos dignísimos para tomar cualquier camino.

Virginia Prieto dijo...

Verónica; Gracias por comentar en mi blog!!!
Te mando un beso enorme

Dragonfly dijo...

Vir,
Me puse al dia con la lectura (como te prometi). imposible explicarte todo lo que me rei con cuidado al cruzar y todo lo que me emociono vivir entre elfos.
te robe un par de frases. las tengo anotadas.... imposible no robarte algunas q estan tan bien escritas. enviadia es lo mio. pero de la sana.
Me copo verte. ojala no pasen mil años para la proxima.
Te quiero con el alma.
Besos,
Anita.

Virginia Prieto dijo...

Anita: Gracias...todo lo que venga de vos para mi es importante.
Besooooo